El aceite era uno de los productos comerciales de Hispania más codiciado por Roma, por eso la mayoría del aceite que se producía se trasladaba a esta. Esto era debido a que el aceite se podía utilizar para muchas cosas, como por ejemplo: lámparas de aceite, alimento, etc. El aceite se trasladaba a Roma por una de las tres rutas comerciales, específicamente por la ruta que cruzaba el estrecho de Bonifacio.
Los cultivos de olivo se encontraban y trabajaban mayoritariamente al sur de la Península Ibérica, sobre todo, en la zona del Valle del Guadalquivir (la Bética), donde las condiciones climatológicas son más propicias al desarrollo de estos. Además gracias a su proximidad al río Guadalquivir y a sus afluentes, como por ejemplo el Genil, se favorecía su forma de transportar el aceite.
La producción del aceite dependía de si el dueño del cultivo poseía de la maquinaria necesaria para la producción de este, es decir, si poseía una prensa de aceite, en la cual se metían las aceitunas para que se aplastarán y saliera aceite. Si estos pequeños empresarios carecían de estas herramientas tenían que vender las aceitunas a los grandes empresarios, de los cuales tenían algunos hasta su propia fábrica alfarera para la producción de ánforas para el transporte de estas. Este aceite se los vendían a los comerciantes y/o a los clientes o consumidores.
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